Diccionario proteínico

NoguerasBlanchard
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Overview
Prats Nogueras Blanchard se complace en presentar Diccionario proteínico, la nueva exposición de Luis Gordillo en su espacio de Madrid durante Apertura Madrid Gallery Weekend.
Diccionario proteínico toma título de la pieza principal de la exposición: un vibrante políptico de gran formato, realizado en 2008 y revisitado en 2024, que da cuenta del método de trabajo de Luis Gordillo, en el que proceso, rearticulación y acumulación se convierten en conceptos clave. El artista habla de los gestos realizados sobre la obra en 2024 como “puntualizaciones sobre los síntomas del cuadro” –imágenes que de por sí ya crepitan en un conjunto que bien podrían ser muchos cuadros en uno solo–, como quien cambia una coma de lugar en una frase, haciendo variar su sentido sin alterar el contenido.
La pintura de Gordillo se convierte así en una sólida autorreferencia residual, en la que Sema D’Acosta argumentará que resuenan los mismos problemas sintácticos a lo largo de los años: cuestiones que no logran resolverse porque sobrepasan la capacidad lingüística del medio, sin términos absolutos, sin fórmulas para descifrar el laberinto, pero que precisamente le sirven al artista para construir una gramática que perdura con enérgica vitalidad al pulso de cada tiempo[1].
El resto de obras que forman parte de la muestra han sido todas realizadas en 2025, reuniendo por un lado Máquina viva I y Máquina viva II, trabajos en torno a sus insignes cabezas (cuerpo de trabajo iniciado ya en los años sesenta), constituyendo éstas representaciones de estados anímicos y emocionales. Se nos muestran aquí dos cabezas iguales en dos entornos diferentes: una suerte de máscaras, de núcleos que se repiten en varias obras del artista, resistiéndose a desaparecer en la mancha, pero también a desvelarse del todo. Será el entorno el que mute y se transforme, desde elaboraciones de diversa gestualidad, deformaciones y variaciones tonales llegando incluso a su inversión total.
La técnica de collage fotográfico (tan empleada por el artista desde los años setenta y que a día de hoy continúa siendo uno de los ejes centrales de su práctica) será una metodología de trabajo que da lugar en la obra de Luis Gordillo a un fragmentarismo que “sucede dentro de la propia obra, como si las imágenes se dispusieran en diversos planos o realidades superpuestas, pero que en ningún caso está autolimitado”[2]. Así nos encontramos con obras que reúnen diversidad de técnicas y gestos, como es el caso de Centro animal. Otro ejemplo claro es Libertad a cuatro patas: una imagen fotográfica trabajada desde el candor, construida desde una visceral técnica de collage, en cuyos márgenes nos encontramos lo que Gordillo refiere como coro, una coral de imágenes que nos hacen salir del cuadro para después volver a entrar en él. Una imagen asépticamente carnal: si aquí la tecnología se hace carne, la carne se hace plástico en el políptico Organigrama anatómico –“un desnudo falso” que reformula su propio desmembramiento una y otra vez a lo largo de la secuencia. Es ese volver, esa “intensa producción de incertitudes”[3], ese torsionar la imagen sin agotarla jamás y pasear entre sus fragmentos lo que caracteriza el trabajo de Luis Gordillo.
[1] Sema D’Acosta: Tuétano pictórico, en Genetic Islands, Fundación Canaria para el Desarrollo de la Pintura, 2021. Pg. 114.
[2] Diego Vaya: El alma de la máquina, la máquina del alma, en Memorándum, Museo Universidad de Navarra, 2021. Pg. 23
[3] Luis Gordillo, Little Memories, 2009. Pg. 93.
Diccionario proteínico toma título de la pieza principal de la exposición: un vibrante políptico de gran formato, realizado en 2008 y revisitado en 2024, que da cuenta del método de trabajo de Luis Gordillo, en el que proceso, rearticulación y acumulación se convierten en conceptos clave. El artista habla de los gestos realizados sobre la obra en 2024 como “puntualizaciones sobre los síntomas del cuadro” –imágenes que de por sí ya crepitan en un conjunto que bien podrían ser muchos cuadros en uno solo–, como quien cambia una coma de lugar en una frase, haciendo variar su sentido sin alterar el contenido.
La pintura de Gordillo se convierte así en una sólida autorreferencia residual, en la que Sema D’Acosta argumentará que resuenan los mismos problemas sintácticos a lo largo de los años: cuestiones que no logran resolverse porque sobrepasan la capacidad lingüística del medio, sin términos absolutos, sin fórmulas para descifrar el laberinto, pero que precisamente le sirven al artista para construir una gramática que perdura con enérgica vitalidad al pulso de cada tiempo[1].
El resto de obras que forman parte de la muestra han sido todas realizadas en 2025, reuniendo por un lado Máquina viva I y Máquina viva II, trabajos en torno a sus insignes cabezas (cuerpo de trabajo iniciado ya en los años sesenta), constituyendo éstas representaciones de estados anímicos y emocionales. Se nos muestran aquí dos cabezas iguales en dos entornos diferentes: una suerte de máscaras, de núcleos que se repiten en varias obras del artista, resistiéndose a desaparecer en la mancha, pero también a desvelarse del todo. Será el entorno el que mute y se transforme, desde elaboraciones de diversa gestualidad, deformaciones y variaciones tonales llegando incluso a su inversión total.
La técnica de collage fotográfico (tan empleada por el artista desde los años setenta y que a día de hoy continúa siendo uno de los ejes centrales de su práctica) será una metodología de trabajo que da lugar en la obra de Luis Gordillo a un fragmentarismo que “sucede dentro de la propia obra, como si las imágenes se dispusieran en diversos planos o realidades superpuestas, pero que en ningún caso está autolimitado”[2]. Así nos encontramos con obras que reúnen diversidad de técnicas y gestos, como es el caso de Centro animal. Otro ejemplo claro es Libertad a cuatro patas: una imagen fotográfica trabajada desde el candor, construida desde una visceral técnica de collage, en cuyos márgenes nos encontramos lo que Gordillo refiere como coro, una coral de imágenes que nos hacen salir del cuadro para después volver a entrar en él. Una imagen asépticamente carnal: si aquí la tecnología se hace carne, la carne se hace plástico en el políptico Organigrama anatómico –“un desnudo falso” que reformula su propio desmembramiento una y otra vez a lo largo de la secuencia. Es ese volver, esa “intensa producción de incertitudes”[3], ese torsionar la imagen sin agotarla jamás y pasear entre sus fragmentos lo que caracteriza el trabajo de Luis Gordillo.
[1] Sema D’Acosta: Tuétano pictórico, en Genetic Islands, Fundación Canaria para el Desarrollo de la Pintura, 2021. Pg. 114.
[2] Diego Vaya: El alma de la máquina, la máquina del alma, en Memorándum, Museo Universidad de Navarra, 2021. Pg. 23
[3] Luis Gordillo, Little Memories, 2009. Pg. 93.