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A CUATRO DÍAS DE LA FUGA DEL MUNDO.
Si el viaje implica el conocimiento del destino la fuga implica el desconocimiento del trayecto. La fuga es improvisada. El fugitivo huye, bien de un modelo social, doméstico o relacional que ya le es adverso o bien huye por constatación de un deseo o una necesidad inaplazables. El fugitivo puede huir de la justicia. Cuando delinques la fuga es más apresurada, y el lugar de destino puede estar fuera o en ti mismo, pero requiere la invisibilización del yo anterior. En cierto modo, el disfraz, por tanto, el destino es la ocultación. El que huye buscando una transformación tampoco renuncia a la acción, para Deleuze, nada es más activo que una huida. Una huida es agotadora.

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