Overview

Para Francisco Rodríguez el pintar no es sólo una manera de ver o pensar, sino, aún más radical, una manera de ser visto pensando y viendo en voz alta. El esfuerzo requiere, por supuesto, la construcción de una imagen elocuente o archivo narrativo. Ese archivo convincente, o imaginario, constituye la fuente de lo que hemos llegado a llamar la visión creativa del artista.

En el caso de Rodríguez, su imaginación se aferra a la mente como lanas pesadas o el aire húmedo de invierno. Consiste en figuras firmemente delineadas que pueblan paisajes oscuros o de tonos grises: hombres en sombras, jaurías de perros con ojos rojos y cuervos que ocupan el espacio central de un lienzo.

Los lienzos de Rodríguez no intercambian historias convencionales ni pretenden retratar paisajes realistas, más allá, es decir, anotar libremente algunos elementos reconocibles. En cambio, evocan atmósferas que proponen preguntas en lugar de respuestas, enigmas en lugar de significados directos. Como un sueño extraño, una gran canción o un recuerdo borroso, las imágenes de Rodríguez describen estados internos de conciencia, que se recuerdan menos como hechos que como emociones.
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