Resonancias

Galería BAT alberto cornejo
Calle María de Guzmán, 61, España
Calle María de Guzmán, 61, Madrid, España
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Overview
La exposición "Resonancias" reúne las obras de Manuel Martí Moreno (Valencia, 1979) y Pedro Rodríguez Garrido (Huelva, 1971) en el marco del programa "Diálogos" de la Galería BAT Alberto Cornejo, activo desde 2016.
En esta edición, escultura y pintura no se presentan como lenguajes enfrentados, sino como estrategias sensibles que, lejos de aspirar a representar el mundo, proponen otra forma de entrar en contacto con él: más evocadora, más física, más lenta, más atenta. Los artistas no pretenden que descifremos un mensaje oculto, sino que habitemos libremente la temporalidad de la obra, en diálogo con su ritmo particular y su lógica interna, dejando que la emoción estética se despliegue por caminos inesperados.
La producción escultórica de Martí Moreno abre múltiples vías de interpretación, aunque siempre desde un horizonte común: una mirada crítica sobre el cuerpo humano y el rostro como sede simbólica de la identidad. Esta inquietud se expresa mediante una poética del fragmento, elaborada con materiales industriales y objetos reutilizados (tuercas, varilla corrugada, tela metálica, fibra de vidrio, resina de poliéster, entre otros) que evocan ensamblaje, tensión y precariedad. Este modo de hacer no responde a una mera cuestión formal: alude a un sujeto humano entendido como entidad compleja, fragmentaria e incompleta, en constante proceso de reconstrucción. En diálogo con la tradición escultórica, pero alejándose de su ideal clásico de unidad, Martí Moreno activa la reflexión desde la materia: una indagación sobre lo humano en su inevitable condición de impermanencia.
En contraste, aunque no en oposición, Pedro Rodríguez Garrido despliega una pintura que articula gesto, memoria y superficie. Su tránsito desde la figuración, en especial el paisaje urbano, hacia la abstracción no ha borrado la dimensión narrativa, pero la ha matizado a través de lo simbólico y lo lírico. La suya es una práctica atravesada por lo biográfico y lo cultural: desde su estancia en Corea del Sur, su obra asimila fragmentos del alfabeto hangul y motivos del imaginario asiático, que entrelaza con recursos de las vanguardias históricas y del expresionismo abstracto. Este cruce de lenguajes y temperaturas, entre lo íntimo y lo histórico, lo escrito y lo pictórico, lo oriental y lo occidental, convierte la superficie en una topografía afectiva, donde color y materia configuran una memoria en transformación. Más que ilustrar una experiencia, la encarna y la reordena como imagen interior: inestable, abierta, radicalmente subjetiva.
Alejadas de la literalidad, las prácticas de ambos artistas rehúyen acomodarse en una formulación cerrada y abren espacios de indeterminación, donde el espectador no consume una imagen, sino que se implica en un proceso de duda y descubrimiento. En este marco, el arte es una forma de pensamiento no proposicional, capaz de dar forma a aquello que el lenguaje no alcanza. El título de la exposición, Resonancias, nombra precisamente ese tipo de efecto: el que ocurre cuando una obra, sin recurrir al relato, logra sintonizar con la experiencia de quien la contempla. Las piezas aquí reunidas no dialogan por afinidad superficial, sino por fricción, eco y contraste. Escultura y pintura se encuentran en una pregunta común: ¿cómo puede el arte, desde su materialidad, seguir siendo un medio para pensar y experimentar lo intangible de la existencia?
Texto de Carlos Delgado Mayordomo
En esta edición, escultura y pintura no se presentan como lenguajes enfrentados, sino como estrategias sensibles que, lejos de aspirar a representar el mundo, proponen otra forma de entrar en contacto con él: más evocadora, más física, más lenta, más atenta. Los artistas no pretenden que descifremos un mensaje oculto, sino que habitemos libremente la temporalidad de la obra, en diálogo con su ritmo particular y su lógica interna, dejando que la emoción estética se despliegue por caminos inesperados.
La producción escultórica de Martí Moreno abre múltiples vías de interpretación, aunque siempre desde un horizonte común: una mirada crítica sobre el cuerpo humano y el rostro como sede simbólica de la identidad. Esta inquietud se expresa mediante una poética del fragmento, elaborada con materiales industriales y objetos reutilizados (tuercas, varilla corrugada, tela metálica, fibra de vidrio, resina de poliéster, entre otros) que evocan ensamblaje, tensión y precariedad. Este modo de hacer no responde a una mera cuestión formal: alude a un sujeto humano entendido como entidad compleja, fragmentaria e incompleta, en constante proceso de reconstrucción. En diálogo con la tradición escultórica, pero alejándose de su ideal clásico de unidad, Martí Moreno activa la reflexión desde la materia: una indagación sobre lo humano en su inevitable condición de impermanencia.
En contraste, aunque no en oposición, Pedro Rodríguez Garrido despliega una pintura que articula gesto, memoria y superficie. Su tránsito desde la figuración, en especial el paisaje urbano, hacia la abstracción no ha borrado la dimensión narrativa, pero la ha matizado a través de lo simbólico y lo lírico. La suya es una práctica atravesada por lo biográfico y lo cultural: desde su estancia en Corea del Sur, su obra asimila fragmentos del alfabeto hangul y motivos del imaginario asiático, que entrelaza con recursos de las vanguardias históricas y del expresionismo abstracto. Este cruce de lenguajes y temperaturas, entre lo íntimo y lo histórico, lo escrito y lo pictórico, lo oriental y lo occidental, convierte la superficie en una topografía afectiva, donde color y materia configuran una memoria en transformación. Más que ilustrar una experiencia, la encarna y la reordena como imagen interior: inestable, abierta, radicalmente subjetiva.
Alejadas de la literalidad, las prácticas de ambos artistas rehúyen acomodarse en una formulación cerrada y abren espacios de indeterminación, donde el espectador no consume una imagen, sino que se implica en un proceso de duda y descubrimiento. En este marco, el arte es una forma de pensamiento no proposicional, capaz de dar forma a aquello que el lenguaje no alcanza. El título de la exposición, Resonancias, nombra precisamente ese tipo de efecto: el que ocurre cuando una obra, sin recurrir al relato, logra sintonizar con la experiencia de quien la contempla. Las piezas aquí reunidas no dialogan por afinidad superficial, sino por fricción, eco y contraste. Escultura y pintura se encuentran en una pregunta común: ¿cómo puede el arte, desde su materialidad, seguir siendo un medio para pensar y experimentar lo intangible de la existencia?
Texto de Carlos Delgado Mayordomo