Normas para una noche americana

En A dos pasos, Pipo Hernández Rivero desafía las nociones tradicionales de desplazamiento y pertenencia, y presenta la migración no como un evento pasajero o gravoso que eventualmente se solucionará, sino como un recurso inevitable...
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En A dos pasos, Pipo Hernández Rivero desafía las nociones tradicionales de desplazamiento y pertenencia, y presenta la migración no como un evento pasajero o gravoso que eventualmente se solucionará, sino como un recurso inevitable de ricos y pobres, motor constante en la historia de la humanidad. Las pinturas que el artista ejecuta con una manufactura técnica impecable, remiten a los paisajes románticos del siglo XIX, una época en la que imperaba la utopía del descubrimiento, la conquista y el ejercicio de poder sobre los territorios. Estos paisajes, desprovistos de la presencia humana, evocan una sensación de virginidad, reforzando así la idea de utopía inmaculada. Al emplear como referentes las academias del siglo XVIII el espectro de ejecución que va desde el Renacimiento hasta el Neoclasicismo, el artista crítica las convenciones contemporáneas del arte. Sin caer en el apropiacionismo o la apariencia, Hernández Rivero complejiza conceptualmente y reivindica la pintura pre-cézzaniana, con una postura casi nostálgica que resalta la artesanía y el respeto por la tradición. Los marcos, elementos importantes en la exposición, no son meros encuadres funcionales, o una convención decorativa. En la modernidad, el marco fue despreciado bajo la premisa de que la pintura se sostenía por sí misma. Sin embargo, en esta exposición, el marco toma un significado más profundo, simbolizando el territorio. Delimita el espacio de la utopía, esa tierra imaginada dentro de la cual se gesta la civilización y fuera de la cual yace el caos. El marco se convierte así en muro de defensa, límite entre el orden y el ruido exterior. Las piezas, utopías pictóricas, son intervenidas por elementos disruptivos, cínicos, como el taco, que atañe no sólo al cuadro pintado sino a la pared que tiene detrás. La disposición en retícula de estos tacos vuelve a transportarnos a una época anterior, a la parcelación rectilínea del imperio inglés de la Reina Victoria sobre el continente africano. Con la utilización de estos objetos cotidianos, aparentemente simples, el artista habla de cómo banalizamos sin ningún problema un asunto tan central como la migración y el desarrollo de la civilización. Exposiciones: Pipo Hernández Rivero. A dos pasos. NF/NIEVES FERNANDEZ, Madrid. 12.09-09.11.2024
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