Os coleccionistas de formas
Os coleccionistas de formas
2 Feb - 13 Apr 2024
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Overview
"Os coleccionistas de formas" es la primera exposición individual de Vicente Blanco en Lugo, en esta muestra presenta una colección de dibujos que surgen de la observación de su entorno más inmediato: las zonas rurales de Galicia, donde las tradiciones, la arquitectura, el paisaje y el lenguaje se desvanecen absorbidos por modelos neoliberales que priorizan el lujo y el exotismo.
Y es el dibujo el tamiz con el que los coleccionistas recogen las imágenes de mundos imaginarios incrustados en esa realidad más cercana, fragmentos de arquitecturas, elementos naturales e historias dotados de una fuerte carga simbólica. Desde esta perspectiva, el arte es para el artista la herramienta fundamental en la construcción de narrativas sobre pertenencia, cuidado, diseño, responsabilidad o memoria individual y colectiva.
Los modos de vida rurales están desapareciendo, las transformaciones ultrarrápidas de la actualidad borran la diversidad de visiones y crean una especie de "no lugar". Al haber construido su identidad desde los márgenes y con referentes alejados de su contexto rural lleva al artista a adoptar la mirada de los grupos invisibles, colonizados o explotados, como la naturaleza o los animales y de ahí la presencia simbiótica y recurrente en toda su obra. Como señala el artista: “en este mundo en ruinas, ¿cómo construir identidad desde los márgenes?, cómo narrar desde un contexto invisible, que también invisibiliza el deseo y la existencia”.
Sus series de dibujos, realizados con lápices de colores, acuarela y yeso pigmentado sobre lienzo y papel, se construyen sobre diferentes capas de información. Las narrativas están fracturadas, retienen información e invitan al espectador a imaginar lo que no se muestra. De esta manera, crea narrativas abiertas, plurales y fragmentadas que se rompen y se alejan del estado embrionario para volverse más ricas y complicadas y que resultan en una suspensión de sentido y significado que fluye lentamente hacia un posible desenlace de la trama, como una espera silenciosa.
Blanco apela a la mano no sólo como herramienta de ejecución, sino también como miembro pensante. Son esas mismas manos las que recogen, agarran, cuidan, abrazan y desarrollan. Son manos de trabajo pero también manos de cariño que recorren los cuerpos y sellan el vínculo humano con la naturaleza fértil, afectiva tal vez, en su fase onírica; amenazante, a raíz de ello.
Las diferentes proporciones y escalas de las figuras que aparecen en las obras, humanas y/o fantasmales y surrealistas, establecen una suerte de coreografía hipnótica en la que el humor y la ironía no están exentos. El artista se refiere al dibujo como caracterizado por la riqueza y la fragilidad, donde todo permanece y que remite a una danza, donde el movimiento de todo el cuerpo se registra como un ritual de repetición de un gesto.
Y es el dibujo el tamiz con el que los coleccionistas recogen las imágenes de mundos imaginarios incrustados en esa realidad más cercana, fragmentos de arquitecturas, elementos naturales e historias dotados de una fuerte carga simbólica. Desde esta perspectiva, el arte es para el artista la herramienta fundamental en la construcción de narrativas sobre pertenencia, cuidado, diseño, responsabilidad o memoria individual y colectiva.
Los modos de vida rurales están desapareciendo, las transformaciones ultrarrápidas de la actualidad borran la diversidad de visiones y crean una especie de "no lugar". Al haber construido su identidad desde los márgenes y con referentes alejados de su contexto rural lleva al artista a adoptar la mirada de los grupos invisibles, colonizados o explotados, como la naturaleza o los animales y de ahí la presencia simbiótica y recurrente en toda su obra. Como señala el artista: “en este mundo en ruinas, ¿cómo construir identidad desde los márgenes?, cómo narrar desde un contexto invisible, que también invisibiliza el deseo y la existencia”.
Sus series de dibujos, realizados con lápices de colores, acuarela y yeso pigmentado sobre lienzo y papel, se construyen sobre diferentes capas de información. Las narrativas están fracturadas, retienen información e invitan al espectador a imaginar lo que no se muestra. De esta manera, crea narrativas abiertas, plurales y fragmentadas que se rompen y se alejan del estado embrionario para volverse más ricas y complicadas y que resultan en una suspensión de sentido y significado que fluye lentamente hacia un posible desenlace de la trama, como una espera silenciosa.
Blanco apela a la mano no sólo como herramienta de ejecución, sino también como miembro pensante. Son esas mismas manos las que recogen, agarran, cuidan, abrazan y desarrollan. Son manos de trabajo pero también manos de cariño que recorren los cuerpos y sellan el vínculo humano con la naturaleza fértil, afectiva tal vez, en su fase onírica; amenazante, a raíz de ello.
Las diferentes proporciones y escalas de las figuras que aparecen en las obras, humanas y/o fantasmales y surrealistas, establecen una suerte de coreografía hipnótica en la que el humor y la ironía no están exentos. El artista se refiere al dibujo como caracterizado por la riqueza y la fragilidad, donde todo permanece y que remite a una danza, donde el movimiento de todo el cuerpo se registra como un ritual de repetición de un gesto.