Overview

Jesús Zurita lo ha dicho y lo ha escrito en varias ocasiones: lo vegetal en su obra funciona como metáfora de la carne, de lo humano. Sus paisajes de entrañas nos obligan a experimentar una génesis pasiva de la conciencia que nos somete, por un proceso empático, al efecto perturbador de lo idéntico. Asimismo, la revelación evidencia una carencia anterior a ésta que deviene en extrañeza. Nos percibimos como un “Otro” que nos precede y nos posee. Con todo, esa percepción de lo personal como un “Otro” responde a la oposición entre conceptos tan contrarios como idéntico y extraño, y en ese marco entre lo que nos provoca espanto por ser conocido y asombroso por desconocerlo es donde nos sitúa el artista.

María Terrón Caracuel
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