Overview

“el espacio es flexible y cambiante, no solo en sus formas sino en sus significados y en sus territorios, transitable, circulable y en consecuencia circunstancial en su juego de apariencias.”
Una conversación en los márgenes, Ángel Padrón.

Mundo y suelo
Busca por dentro /de/ una geografía hipotética.
Dalia de la Rosa

Con la expresión “el tiempo inconcreto” que el artista Ángel Padrón señala sobre la temporalidad en su propia obra, nos habla sin intermediación de la vulnerabilidad de lo que entendemos como espacio histórico o Historia –aquel relato que da cuenta de acontecimientos que ocurren de forma sucesiva y en un orden concreto y, por tanto, connotado subjetivamente–. Esa inconcreción temporal deviene pintura, aunque no toda su obra lo sea –pues hace uso de otros dispositivos técnicos–; pintura que se gesta, en formación y que es esencialmente anacrónica para él.

Tiempo densificado / Tiempo en marcha / Curva temporal / Tiempo histórico

Con la expresión “una geografía hipotética” que el artista Ángel Padrón señala sobre el recorrido espacial de los mundos que expone en su obra, nos habla sin intermediación –desde luego– de una topografía que es un positivo/negativo, un vacío y lleno de lo real y el artificio. Esta dualidad produce un compendio de geografías que son un supuesto, una intención de ser territorio, siendo al mismo tiempo eso que pretende ser. Cada imagen es superficie espesada, perpetuada, extraída /…/.

Geografía densa / Geografía circunvalada / Geografía apócrifa / Geo//grafías

Mundo y suelo atiende a la relación de dualidad entre principio y fin desde una perspectiva circular, como un camino que rodeara por entero una isla, que entra y sale, que siempre es llegada y desembocadura. Esta exposición en dos fracciones, I/II, busca por dentro de la historia de una serie de piezas que abarcan un arco temporal de varias décadas, un tiempo constelativo que produce una intensificación de la imagen. Una imagen que persiste, que es concreta, pero que es el mismo lugar –el que representa y el que genera– en dos tiempos distintos. La sensación de pasar dos veces por un sitio produce un estado de alerta y de vértigo ante la circularidad del entorno que nos ro/dea, porque “estar en el mundo”, como diría Stefan Zweig, no garantiza un solo momento estelar porque gran parte de lo que acontece es indiferente y trivial. Así, el hecho de estar en el mundo, en el mundo de las cosas, no tiene que darse en un suelo concreto y real; la vida es posible que ocurra en el momento distante de la trivialidad, en el momento más liviano. Mundo y suelo pueden separarse, mundo flotante, suelo sin territorio:

mundo/memoria mundo/suelo mundo/reserva
mundo/imagen mundo/imagen

La tachadura de imagen no atiende a un proceso de borrado, sino a un estado de desdoblamiento. En esta fracción I de Mundo y suelo, Ángel Padrón abre líneas temporales, las repliega sobre sí mismas a través de un proceso de síntesis visual como si fueran “metáforas donde se desarrolla la vida” ; una vida hipotética dentro de un territorio –también replegado sobre sí– limitado, curvo y flexible. Este estadio I ofrece dos gestos, el primero de ellos, adentrarse en un cúmulo de imágenes que pertenecen a la serie Desde La Reserva (River Deep Mountain High), que comienza hacia 1995 y que juega con la idea del paisaje como espacio de artificio cultural, con imágenes del territorio generadas en la memoria y referencias simbólicas descontextualizadas. Estas obras, producidas a partir de la idea de reserva, son subversivas en sí mismas, parten de la concentración de la mirada del artista y contienen toda la ironía que Padrón expone en su práctica pictórica entendida como un lugar de resistencia y conflicto. Esto es: el paisaje como lugar de explotación, el paisaje como lugar de sublimación o el paisaje como lugar de tránsito desmitificado y des/hesperidezado.
Estas piezas son formas limítrofes, muros de contención para un espacio natural que tiende a ser isla. No hace falta que nos aflija el sentimiento de impaciencia para descubrir qué imágenes tienen lugar en esta constelación de piezas, es mejor abrirse al equívoco, al encuentro, a la posición no neutral, para leerlas desde la propia experiencia del territorio y las múltiples vinculaciones sociales y económicas que establecemos con este. Esto quiere decir, que Desde la Reserva…. es un proceso de descentramiento pictórico que no atiende a la pureza de lo visual porque no quiere remitirse a la esencia, sino que se dirige hacia la noción de rasgo. Esta forma de acercarse a la pintura, en términos deleuzianos, no parte de la esencia que determina la mirada –como algo único–, sino del concepto de rasgo como algo que es compartido de forma colectiva a lo largo del tiempo y de la historia y que deviene en pliegue . Es decir, la pintura se

re/pliega

El segundo gesto de la parte I de Mundo y suelo genera un asentamiento de la mirada en un espacio azul, un lugar simbólico y sintético de observación del mundo: islas, montañas, carreteras, luces, azotea. Una naturaleza azul que atiende a una representación más anclada a la realidad de una topografía de isla. Una naturaleza azul que se sabe a sí misma edificio cultural. Una naturaleza azul reconocible y no. Una naturaleza azul que /se/ pliega y repliega a través de distintas décadas. Una naturaleza azul que es construcción de las cosas. Una naturaleza azul que no es absoluta, pero que es todas las imágenes del mundo. Una geografía hipotética, una curva, un recodo de carretera que asciende la montaña.

Montaña que se dobla Isla que se pliega
Territorio que se busca por dentro de sus agujeros.
Mundo Suelo
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